Uno de los principales problemas a la hora de crear tu propia empresa es cómo empezar y mantenerse a flote financieramente. Básicamente, hay dos formas de hacerlo: financiar la empresa uno mismo o conseguir inversores que la financien por uno.
Muchos emprendedores creen que es mejor conseguir inversores que se interesen por tu proyecto, en lugar de invertir tus propios fondos en él. La financiación de capital riesgo supondrá un ahorro fiscal y, lo que es más importante, ejerce menos presión sobre los emprendedores. Sin embargo, cuesta mucho esfuerzo conseguir que otra persona confíe en tus habilidades empresariales y apueste por ti con su dinero.
Autofinanciamiento vs Búsqueda de Inversores
Planes y Presión
Para que un inversor se desprenda del dinero que tanto le ha costado ganar, tienes que conocer a la perfección tus planes y convencerle de que obtendrá beneficios, incluso cuando eso esté fuera de tu control. Si uno recurre a la autofinanciación, está metiendo su propio dinero en un proyecto de arranque, lo que podría llevar a una situación de olla a presión, desviando su atención de hacer un buen trabajo con el negocio.
Los emprendedores, como el resto de nosotros, rinden mejor cuando tienen la mente despejada, para poder tomar decisiones empresariales con claridad. La autofinanciación puede dificultar el funcionamiento óptimo de los emprendedores, aunque hay personas que prosperan bajo presión. Veamos algunos de los factores que hay que tener en cuenta antes de determinar el mejor camino a seguir a la hora de financiar tu nueva aventura empresarial.
Recurrir a la Financiación de Inversores
Por si sirve de algo, nunca es fácil conseguir que los inversores se arriesguen con tu startup, aunque a veces pueda ser la única opción que tienes para hacer despegar tu negocio. Los inversores nunca están dispuestos a desprenderse de su dinero. Y harán muchas preguntas e investigarán tus afirmaciones y hechos antes de desbloquear sus reservas.
Sin embargo, si tienes una buena idea con un gran potencial y puedes convencerles de que deberían invertir en ti y no en otra oportunidad de negocio, no hay razón para que te rechacen. Todo se reduce a tu discurso empresarial.
Presentar la idea a un inversor potencial implica un largo y tedioso proceso de preparación. Necesitarás un plan de negocio y un esquema perfecto de cómo dirigirás tu empresa, alcanzarás el punto de equilibrio y obtendrás beneficios para conseguir financiación de los inversores.
Una vez que se pone en marcha una empresa, hay que trabajar mucho para llevar a cabo las tareas de toma de decisiones. Tener una cosa menos de la que preocuparse -las finanzas no son menos importantes que los demás aspectos de un negocio- ayudará a los emprendedores a ser más organizados y conscientes de sus responsabilidades empresariales.
También está el empuje de las expectativas de las partes interesadas, y tener que estar siempre a la altura de esas expectativas. Ayuda a alimentar la sed de éxito y de crecimiento.
Optar por la Autofinanciación
Por otro lado, la autofinanciación puede hacer que te quedes relajado y, a veces, te permite permanecer en una posición estancada en la que esperas que las cosas sucedan por sí solas. No tienes que rendir cuentas a nadie. Eres tu propio jefe y, por lo tanto, es más probable que te lo tomes con calma.
Aunque tengas muchas ganas de alcanzar el éxito, es más difícil mantener el nivel de motivación durante un periodo de tiempo prolongado, a menos que seas extremadamente disciplinado.
Dicho esto, la autofinanciación puede funcionar para algunos emprendedores, si saben cómo hacer que funcione para su negocio y si tienen planes de respaldo sólidos. También les da más libertad para tomar sus propias decisiones, sin tener que pasar por sus accionistas ni responder ante ellos.
Formas de autofinanciarse
La autofinanciación puede adoptar muchas formas distintas. Si quieres emprender un negocio familiar, puedes asociarte con los miembros de tu familia, que es la opción habitual porque si no puedes confiar en los miembros de tu familia, ¿en quién puedes confiar?
Otra opción es buscar socios y repartirse el negocio (y el capital) de una forma que sea aceptada mutuamente por todas las partes. También existen opciones para obtener préstamos empresariales de instituciones financieras o subvenciones de puesta en marcha por parte del gobierno.
Tendencias Actuales de Financiación
La llegada de inversores de capital riesgo y de otros inversores en forma de bancos e instituciones financieras ha llevado incluso a quienes disponen de fondos iniciales suficientes a buscar inversores. No es sólo porque la autofinanciación pueda ser arriesgada, sino porque la financiación de los inversores puede llegar ahora sin ningún tipo de garantía.
Todo lo que necesitan de los emprendedores es una mirada en profundidad a los antecedentes del solicitante de fondos y, por supuesto, la idea de negocio ganadora.
Este tipo de financiación puede verse en las ofertas de las mejores escuelas de gestión empresarial, a veces dirigidas a estudiantes universitarios que aún no han entrado en el mundo laboral. Estos fondos se envían porque los inversores -las propias escuelas- confían plenamente en su éxito académico y creen que, con la motivación adecuada, estas ideas pueden conducir a un gran éxito empresarial.
La Mejor Opción
Aunque la mejor opción sigue siendo conseguir que un externo invierta en tu idea de negocio, conseguir que un inversor diga sí a tu idea es casi tan difícil como conseguir que tu empresa despegue. El factor determinante reside en los propios emprendedores.
¿Puedes encontrar inversores que compartan la misma visión que la tuya? ¿Puedes convencer a tus inversores de que aprecien el potencial que encierra tu idea? ¿O prefieres tener la libertad de experimentar con la dirección de tu empresa y triunfar, así como fracasar, por tu cuenta? Te leemos en los comentarios.